Sigo siendo una privilegiada, por el momento. Todos los meses recibo un ingreso de 1.000 euros en mi cuenta bancaria y eso me permite seguir adelante con mi vida. Pero adaptarse a este nuevo nivel de ingresos ha sido uno de los retos de mi nueva situación no-laboral.Debo admitir que jugaba con ventaja, la baja te reduce considerablemente el sueldo, sobre todo a partir del 13º mes, y eso lo tenía reciente. Así que tan solo se trataba de apretar un par de agujeros más el cinturón. Si a eso le sumas que en el proceso de mi enfermedad, y aprendiendo a separar el polvo de la paja, cambié mis prioridades y con ellas mi necesidad de dinero, pues un poco más de ventaja.Aún así imagino que el proceso seguido en casa se parece mucho al de todos aquellos que han pasado por lo mismo que yo durante los últimos dos años; dar de baja todo lo prescindible y recortar en la medida de lo posible -o sea, bastante- lo imprescindible. Sin cortapisas, sin debilidad, porque la opción era acumular deudas y eso sólo empeoraría la situación. Más o menos lo que, desde mi humilde punto de vista, deberían hacer los políticos en las distintas administraciones.La prueba definitiva venía con el mes de noviembre. El segundo plazo de Hacienda (si, si, casi todo el 2009 de baja y ha tenido que pagar 800 euros), el segundo plazo de la contribución (pensamos no pagarlo, pero no me apetece regalarle a nadie el recargo, mientras pueda), el seguro de la casa, la ropa de invierno para la niña (tiene 4 años y cambia de talla justo el mes que menos dinero tengo), el agua y la luz, amén de los gastos habituales de cada mes, presentaba noviembre como un verdadero calvario económico.Pues bien, ahora que ha finalizado, puedo afirmar que lo hemos logrado, casi. Porque en realidad era imposible, así que me conformo con haberle pellizcado a mi exhausto cerdito 300 euros del ala. Ya sé, ya sé, pero es que mi cerdito parece recién salido de una hambruna. Aún así para mí es un logro importante.