Conozco a muchos hombres que no se sienten machistas porque, cuando acaban las comidas, se levantan y llevan su plato a la cocina, dejando a las mujeres recoger del todo «porque ellas se quedan hablando», mientras vuelven al salón y se quedan tranquilamente sentados. Y conozco a muchos hombres que cuando ayudan en casa se reafirman con un «ya te he puesto la lavadora», «voy a bajarte la basura» o «te estoy planchando la ropa».

Evidentemente, ninguno de los casos descritos anteriormente se siente machista, aunque lo sean en distinto grado. El más leve, por supuesto, es el que continúa asignando de manera inconsciente a la mujer determinadas labores, aunque en la realidad ya sean compartidas.

También estoy segura de que nadie se levanta un buen día decidiendo «Hoy voy a ser machista» sino que más bien a ninguna persona le gusta que se le tilde así, como no suele gustar la etiqueta de racista, por ejemplo.

Ocurría algo similar a las mujeres con el término ‘feminista’ y sigue pasando en algunas, aunque afortunadamente son muchas menos desde que el año pasado, tal día como hoy, las mujeres decidimos dar un golpe en la mesa y reclamar nuestro lugar en la sociedad de una vez por todas.

Hace un año, animada por una compañera de la junta directiva del Colegio Oficial de Periodistas de la Región de Murcia, yo estaba colaborando para sumar a compañeras del sector de la comunicación a la manifestación del 8 de marzo, convencida de que a las mujeres es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Aquella iniciativa acabaría convirtiéndose meses después en la Plataforma Colombine, a la que no nos sumamos todas.

Es curioso, pero hoy me veo reivindicando mi condición de feminista porque parece que ya no se es de esa condición si no se comulga con una ideología concreta, vinculada a la izquierda, como si las mujeres que somos de centro, o incluso las que se sienten de derechas, no pudiéramos ser feministas por alguna extraña conversión.

Pues sí, yo soy feminista y liberal, porque comparto por completo toda la definición que hace la Real Academia Española del término: principio de la igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Y soy feminista liberal porque comparto también por completo el Manifiesto de Ciudadanos en favor de la igualdad.

Y entre todos los puntos que contiene, quiero destacar uno en especial; nunca habrá igualdad sin libertad. Eso es precisamente lo que siempre hemos reivindicado desde el Observatorio de la Igualdad de OMEP, y sigue siendo mi hoja de ruta hoy en día.

Que nadie nos quite la voz para decidir por nosotras lo que somos y cómo nos definimos es tan importante como todo lo demás, la libertad, la igualdad, la convivencia sin violencia, la independencia económica y la corresponsabilidad.

Nos vemos esta tarde en la Gran Vía de Murcia.

Porque feminismo es libertad.